Lamentablemente,
Henrique Capriles Radonski, candidato a la Presidencia de Venezuela y al que
apoyo, aunque no me cautiva, parece carecer del gancho suficiente, y tal vez
del estilo necesario, para proporcionar el nocaut que la débil mandíbula del
paciente-presidente le está presentando a través de su mal gobierno y endeble
capacidad de acción.
Aunque me cueste así
llamarlo y considerarlo, debo reconocer que Hugo Chávez ejerce un liderazgo
importante. Y más lamentable aún, es creer, como yo creo, que es muy posible
que sea reelecto presidente; y los venezolanos pensantes y ciudadano
demócratas, a los que el resentido e incapaz presidente les ha dado por llamar
oligarcas , contrarrevolucionarios, pitiyanquis, desgraciados, majunches,
escuálidos, vende-patrias, traidores o cualquier otro calificativo, o insulto
con los que acostumbra endilgar a quienes son mejores que él, tengamos que
soportar al menos seis años mas de su desgobierno con o sin su
presencia física (con el favor del cáncer que padece)
Mi lamento continúa
cuando compruebo que las desgracias políticas y económicas que vive
el país no se dibujan ni representan en la mayoría de los artículos
relativos a Venezuela y menos en los discursos del candidato opositor, sino que
se concentran en la persona y folklore del teniente coronel. Poco se dice
- o se menciona con falta de profundidad y combatividad- de
los monopolios que maneja el gobierno y de las consecuencias
negativas de su concentración de poder en las áreas legislativas, judiciales,
comunicacionales; en la descarada e inhumana discriminación política; en lo
permisivo que ha sido con la delincuencia y en su indiferencia ante las
denuncias de corrupción y narcotráfico de funcionarios públicos vinculados al
poder.
Pero menos se dice
aún del programa de gobierno de la oposición y como éste se diferencia de lo
promulgado por Hugo Chávez y los beneficios que traería al país y a
sus habitantes.
Es increíble que
Chávez diga claramente que los que se trata es de elegir entre sistemas de
gobierno y el candidato opositor no aproveche esa apreciación para,
precisamente, enfrentarlo abiertamente y establecer las diferencias entre ambos
y, lo que es peor aún, que sus declaraciones y reacciones sean como
la de un sordo que solo sabe responder a través de consignas contrarias o, en
el mejor de los casos, con algo similar a alguien que ante una mentada de
madre, solo responde: “La tuya que es mi comadre”.
Porque aunque
el Gobierno de Chávez ha sido un gobierno cuyos argumentos se
reducen a consignas y solo se menciona al socialismo como doctrina
ideológica de soporte, para disfrazar una potencial dictadura, el totalitarismo
y el personalismo que ambiciona el presidente; la oposición pareciera, aunque
le sobran, carecer de argumentos para contraponer las verdaderas intenciones de
quien parece querer morir con un halo mesiánico y heroico, ignorando que la
historia se encargará de convertir esa esperanza de halo en la corona de
espinas que realmente ha sido y representado.
A pesar que el
descontento de los venezolanos ha quedado de manifiesto con los triunfos de
gobernadores opositores en los estados más importantes y populosos
del país, el liderazgo opositor y el candidato dan una sensación muy
preocupante de inercia o. al menos, de tener una estrategia equivocada.
Porque si algo ha caracterizado al liderazgo opositor durante los trece años de
desmanes gubernamentales, ha sido su ineptitud en poder representar al segmento
popular de Venezuela a través de la formulación de políticas y programas
constructivos capaces de convertir el descontento que existe en el pueblo en
una significante victoria electoral.
Los triunfos de la
oposición han sido mas bien el fruto del mal gobierno de Chávez, que del
resultado de una confrontación ideológica que fue necesaria hacerla efectiva
desde el principio y de una forma permanente.
Si Chávez ha tenido éxito en monopolizar el discurso, ello ha sido gracias a la incapacidad y aún a la
falta de voluntad de los partidos de la oposición para defender, sin tregua
alguna, las normas democráticas. Si se quiere entender el por qué el apoyo a
Chávez se mantiene con fortaleza, hay que entender las raíces de la debilidades
en el discurso de los partidos políticos. Capriles dice que él copiaría o
emularía la gestión de Luis Inázio Lula da Silva en Brasil, haberlo dicho no es
una mala idea, pero no sustentar tal afirmación con los detalles de cómo sería
la gestión, nacional e internacional, de su gobierno, si parece una mala idea.
La debilidad de la
oposición venezolana tiene que verse dentro del contexto de las tendencias
políticas que han germinando y triunfado electoralmente en Latinoamérica.
Una serie de factores
le han dado forma a los gobiernos "de izquierda" que han
triunfado electoralmente en Centro y Suramérica en los últimos veinte años.
Pero, tal vez el factor mas importante haya sido la corrupción de
los partidos tradicionales aunada a carencia de formulación de programas
económicos de centro-izquierda capaces de atraer el apoyo popular porque
tienen como norte y como ineluctables propósito: Mantener las libertades
económica, la independencia de los poderes, pero muy en especial el de la
justicia, los valores democráticos y la necesidad de alternancia en el poder.
En mi opinión,
si Henrique Capriles Radonski quiere ganar la presidencia de la
república, es necesario que busque la forma de que su discurso tenga la
profundidad y significado suficiente para ser capaz de alcanzar la conciencia
de la mayoría de los humildes, de los que oyen la radio y ven la televisión,
pero no leen periódico. Igualmente, debe ser capaz de emular las marchas
opositoras de hace ocho o mas años atrás que reviva las manos blancas de los
estudiantes y en especial, pero muy en especial, el coraje de la mujer
venezolana.
No basta andar
tocando de puerta en puerta. La tocadura de puerta y la mentira pueden ir
perfectamente de manos y ya Chávez lo comprobó. Es necesario entrar a los
hogares y hacerle saber al que lo habita: Estoy contigo, confía en mí y convencer por comparación y discurso que existe un mundo mejor donde sus esperanzas tienen un aisdero con la verdad.
No es
fácil luchar contra la mentira y el dinero, pero sí lo es llegar a
los corazones siendo sincero y bueno; con la verdad de las intenciones sobre la
mesa.
No al Chavismo, si a
la verdad. No al Socialismo, sí a la justicia social y libertad individual. No al capitalismo salvaje, sí a la empresa privada y
al honesto empresario individual. No al negocio anárquico, si al negocio dentro
de los cánones de la sociedad libre.
No es un sistema perfecto, pero es el menos imperfecto.
Es sencillo candidato Capriles, argumenta con firmeza y
convicción estos valores. ¿Te llaman Capitalista? Acéptalo, pero
rechaza el laissez-faire porque el mismo está tan
desprestigiado como
el social-comunismo. ¿Te llaman
pitiyanqui? Vocifera tu deseo de mantener una relación de igual al igual con
los Estados Unidos sin dejar de criticar la política externa de ese país y sus doble estándares; pero tampoco dejes de
halagar las virtudes de su democracia interna.
Ah, y muy importante: Si te mentan la madre, éntrate a “coñazos”
(si es necesario) con quien te la mente, no basta decir " la tuya". Recuerda,
estás en Venezuela .