Tanto el
gobierno, como la enfermedad de Hugo Chávez y sus implicaciones en la vida del
país, han mostrado no solo que Venezuela ha retrocedido muchas décadas y que
aún nuestra civilización está en su infancia, sino que también, y peor aún, una
porción considerable de sus ciudadanos, incluyendo los dirigentes de todos los
sectores políticos y sociales, parecen haberse degradado casi al nivel de permitir
la burla como parte permanente y consustancial de sus vidas, gracias a la
indiferencia y pasividad que se han apoderado de ellos. Tanto es así, que muchos
de nosotros, hoy día, requerimos de un esfuerzo más allá de nuestras fuerzas para
decir que estamos orgullosos de llevar el gentilicio; y si nos negamos a
aceptar que lo hemos perdido, es solo porque aún guardamos en nuestros
corazones la certeza de que existe una hermosa, pero maltrecha geografía, donde
aún habitan almas buenas con tercas esperanzas.
Aunque sobran
ejemplos para ejemplificar esa pérdida del ejercicio ciudadano durante la
historia de la época democrática, el colmo se está mostrando con esta
tragicomedia surgida por la salud agónica del presidente. No solo el gobierno está
burlándose de los venezolanos, sino que la dirigencia opositora parece una
comparsa a la medida a través de un coro cuyo único objetivo es solo desafinar
y no interpretar o crear nuevas melodías. Por su parte, el ciudadano
independiente luce como esperando que alguien haga las cosas por él y reduce
sus participación a quejarse de las calamidades que lo afectan, bien en un bar
o sentado frente a una computadora,
Cierto,
algunas veces me avergüenzo de decir que soy venezolano. Solo el eco que a
diario oigo de las buenas y valiosas experiencias que he vivido en mi país, así
como lo que éste me ha brindado, hacen posible que me resista a no decir: Soy
venezolano.
Ante la
potencial ausencia del presidente por razones de salud y posibles elecciones a
corto plazo, el país se encuentra a la deriva.
Gracias a poseer el control
absoluto de todos los poderes, el gobierno ha convertido a la Constitución en
un juguete de sus caprichos e intereses. A la par, está el hecho denigrante de
que Las ex Fuerzas Armadas de Venezuela, ahora llamadas Bolivarianas para significar la sumisión al
Presidente, y quienes deberían velar por la soberanía del país, han convertido
a sus Generales y Oficiales en hombres de dudosa dignidad que mas bien parecen verdaderas
cacatúas cuya labor principal es repetir las consignas del presidente pues, al
igual que el Gobierno, carecen de argumentos que puedan hilarse.
Duele ver
que no hemos superado la transición que
debería haber seguido a más de cien años gobernados por caudillos cuando,
hace mas de medio siglo, se inició el
período democrático. Una vez que Chávez llegó al poder y superó el intento de
golpe de estado, pareciera que hemos abandonado luchar por una sociedad libre
donde priven las mentes y pensamientos de los mejores hombres del país.
Ahora
mismo, la oposición venezolana, después de muchos errores y al fin atender el
llamado a la unidad que la población reclamaba, aún carece de un plan
organizativo que agrupe a todos los partidos opositores para diseñar una
estrategia adecuada que permita vender a los ciudadanos la idea de que la
pregunta a responder no es tanto: ¿quién
debe gobernar? pues, al fin y al cabo tener malos presidentes ha sido casi una
costumbre en Venezuela, sino mas bien preguntarnos: ¿Cómo debemos hacer para
luchar y organizar la sociedad venezolana de manera de crear y establecer
instituciones que eviten que políticos indeseables alcancen o permanezcan en el
poder?
La retórica
de la unidad es una cosa y la unidad en función de los altos intereses del país
es otra. Unirse para luchar contra Chávez no significa sumar partidos para
derrotarlo, significa que células de cada uno de los partidos, el movimiento
estudiantil que rechaza el despotismo y la sociedad civil que aspira libertad
presenten de una vez por todas una plataforma que ponga a un lado los intereses
subalternos y con incontestable decision persiga la creación de instituciones que preserven la soberanía y persigan el desarrollo del país, sin discriminación ideológica alguna.
El problema
no es Venezuela con Chávez o Venezuela sin Chávez, el problema somos nosotros,
los venezolanos, quienes
pareciéramos no entender que la
bendición de haber tenido el petróleo no ha sido más que una extensión del
excremento del diablo, como bien lo llamó el ilustre compatriota Juan Pablo
Pérez Alfonso, que requiere una limpieza
de conciencia y sanidad del patriotismo.
¿Será esto
fácil? No, ello será extremadamente difícil dado lo maltrecho del país y la
naturaleza de nuestra idiosincrasia,
pero si no tratamos de hacerlo, los límites con los países de todos los
continentes que hoy día sufren lo avatares de gobiernos indeseables y ausencia
de libertades, serán cercanos suficientes para formar la Comunidad del Atraso.
¿Fue Bolívar
un héroe? Si, pero, él solo liberó a Venezuela , es una ilusión creer que la hizo grande. Venezuela solo
será grande si nosotros nos convertimos en los verdaderos héroes
de nuestra historia.Así lo demanda el mundo de hoy.