CAPRILES…POR FAVOR,
PON A HUGO CHAVEZ EN "SU SITIO"
La estrategia electoral de
Capriles Radonski ha sido la de no confrontar directamente a Hugo
Chávez, ni responder a ninguno de los insultos y ataques personales con
los que acostumbra el teniente coronel atacar a sus rivales.
La pregunta es: ¿Es esta
estrategia adecuada a los intereses de su campaña electoral? O, por el
contrario, ¿Desdice la misma de la imagen de Capriles como un líder
con la fortaleza suficiente para captar una parte importante de la
población que apoya al actual mandatario?
A pesar del consenso que parece
existir alrededor de esa forma de contrarrestar el universo
chavista, sostengo que esa estrategia está afectando negativamente
al candidato opositor y, por lo tanto, reduciendo su chance de conquistar una
porción importante de los venezolanos, como los son esos que apoyan
por ignorancia, mas que por ideología, a Hugo Chávez. Un objetivo
que debería ser fundamental, si no el más importante, para asegurar
una victoria electoral.
No podemos negar que
Hugo Chávez dispone de una fuerza electoral importante.
Hacerlo, sería una negación irracional. Igual lo sería negarse a no
tratar de conquistar a quienes se llaman chavistas, por considerarlos
miembros inmutables del sector que apoya al presidente. Sin embargo, no por
negación, sino por falta de apreciación del contrincante, creo que esa
estrategia de Capriles, de la no confrontación, ignora, peligrosamente,
la composición y naturaleza de esa población y, al así hacerlo, está dejando de
abordar el buque del enemigo que lo llevaría a ganar la guerra.
Hugo Chávez disfruta, queramos o
no, del apoyo de la gente mas pobre y humilde de Venezuela. La misma gente
que por años, y hoy día más que nunca, ha sido víctima de una
explotación ilimitada de su condición de pobres y que, por
desgracia, la ha puesto invariablemente al servicio de la demagogia
y de la esperanza incumplida.
Chávez ha logrado con éxito,
explotar la pobreza del país.
Al igual que en los barrios o los
campos venezolanos, donde la pobreza de sus habitantes y la
necesidad de sobrevivir, los ha obligado a someterse a los designios y voluntad
de los malandros y caciques sin escrúpulos; el país
político refleja una realidad similar.
A diario, y por años, los 0ídos y
cerebro de estos venezolanos han sido bombardeados con consignas como estas:
“Sin mi, y mi gobierno,
ustedes serían despreciados por pobres, raza y condición.
Si no están conmigo
serán considerados traidores.
Los traidores tendrán mi
desprecio y hasta la cárcel les puede esperar
Aquellos que tienen
dinero son sus enemigos.
La única verdad que
existe en la que yo digo
Hay un enemigo externo
que nos quiere dominar y apoderarse de lo nuestro”
Y aunque las mentes pensantes
saben que esta forma de explotar no tiene otro fin sino complacer el ego de un
hombre, la explotación alcanza su efecto porque estos humildes compatriotas,
lamentablemente, dan como ciertas tales consignas.
Ellos, desafortunadamente y por
desgracia, acompañan su pobreza material con una pobreza mental.
Podríamos aquí parafrasear a H,
G. Wells y relacionar su pensamiento a nuestro país diciendo: La historia de
Venezuela hoy día pareciera una carrera entre la educación y la
catástrofe.
En nuestro barrios y campos, los
malandros y caciques mantienen el control de su dominio solo hasta
cuando un malandro o cacique nuevo aparece. La excepción
ocurre cuando surge un tercero, sin atributos de maldad, que se
impone bien porque enfrenta a los que reinan en su propio terreno,
o porque se gana el respeto de la población enfrentándolos de una
forma mas inteligente que no menosprecia los requerimientos que
exige la comunidad para aceptarlo, aunque estos requerimientos puedan
parecer no cónsonos con la razón
En otras palabras, ello significa
que “el tercero” enfrenta al malandro o cacique, de alguna manera, tal vez no
de una manera que es común, pero lo enfrenta. El “tercero” no se hace el sordo
0 ignora el efecto que podría tener en la comunidad las acciones que
el malandro (cacique) lleva a cabo para mantenerse en el mando. El “tercero”
responde, no hace caso omiso.
Por ejemplo: Si el
malandro trata de descalificar al tercero llamándolo bobo o majunche, el
“tercero” que habita el barrio, al menos reacciona. Yo imagino una
reacción como ésta, siempre asegurándome que la población toda se entera de mi
actitud:
Mire, Señor Malandro (o
Cacique) (lo de señor se lo digo es porque soy un hombre de buenos
modales)
Primero que todo:
Respete.
Segundo: Quiero que sepa
que yo respeto a los “bobos”, porque ellos son seres humanos, al igual que yo.
Por lo tanto, voy a ignorar su ofensivo calificativo. Permítame decirle que,
diferencia de usted, jamás me he considerado superior a nadie y sería incapaz
de calificarlo a usted con un adjetivo similar.
Tercero: Vamos a ver. Lo
reto. Óigame bien. Reto a su intelecto
a ver que tal se compara su intelecto con el mío. Lo reto a un debate
ante todos los habitantes del barrio. Es mas, si quiere, usted pone las condiciones y lo hacemos en un sitio de su gusto y le voy a dar la ventaja que usted conozca las
preguntas de antemano, y yo no. Vamos, lo reto. Es bueno decirle que
espero no vaya a decir que Usted no debate con perdedores, ni
personas que no pertenecen al barrio, o que son de afuera, o son majunches.
Aquí no se trata de calificar a nadie sino de explicarle a la gente que aquí
vive como pueden ellos vivir mejor.
Vamos a ver si Usted
tienes las bolas de
enfrentarse en un discusión a mí, en vez de referirse a mi persona poniéndome nombres u
ofendiéndome. Demuéstrele a los que aquí
habitan que usted posee esas bolas. Y si no quiere hacerlo personalmente, pues
carece de ellas, nombra uno de sus malandros como sustituto. Aunque dificulto
tenga usted a alguien , pues usted se cree el único.
En mi humilde, pero muy
venezolana opinión, una actitud como ésta podría muy bien modificar el
escenario muy a favor del candidato Capriles; creo que él debe enfrentar a
Chávez de manera de sustraer parte de su dominio.
Hay muy poca diferencia entre lo
que es un barrio venezolano y el país. Hugo Chávez se comporta como malandro y
como indecente porque está convencido que eso es lo que le gusta al “pueblo” y,
posiblemente, tal vez tenga razón.
Pero el que malandra,
generalmente mal “acabra”.
Capriles. Pon a Chávez en su
sitio. Confróntalo de alguna manera.
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