EL OCASO DE QUIEN PUDO SER, Y NUNCA FUE
Un inesperado viento ha enrumbado su barco hacia un destino que no
avizoraba. El viento es tan fuerte que lo arrastra a él como si fuera una hoja despegada
de un árbol en el otoño.
Hoy, su cuerpo se combina con su angustia. El dolor alcanza su voz y no puede
evitar empezar a extrañar y resignarse a que los días pasados han expirado.
Ya el ocaso se congela en su nuca y su cabello es incapaz de crecer para
tocarlo, sus pies ya no parecen rozar el suelo y su esperanza solo ambiciona que
pueda respirar el día siguiente
Antes, un uniforme militar lo vestía día a día. Luego, después de vencer y
superar un intento por deponerlo, dijo que nunca más las charreteras llevaría. Sin embargo, pronto volvería a
lucirlas olvidando su promesa. Luego, continuó su cadena de juramentos que
nunca cumpliría.
Su lengua se convirtió en un medio para la mentira y aparejó sus engaños
con la ofensa y el desprecio a quien retara sus creencias. Empezó a elevar y
dirigir sus brazos para señalar con menosprecio a quien se debía desposeer,
enjuiciar o encarcelar. Luego, cerró sus
oídos para escuchar la justicia.
La suerte fue la fiel compañera de su mandato. El dinero le llegó como
regalo divino y supo arbitrar cómo disponer
de la riqueza sin control alguno. La opulencia le hizo creer que podía abarcar el mundo y gozó en ese intento viendo como
los interesados se convertían en sus aliados; como las voluntades perdían sus dignidades y como los románticos e
ingenuos cedían a sus engaños. Su gozo fue mayor cuando creyó comprobar que el
pueblo disfrutaba su verbo incendiario, salpicado por el lenguaje ordinario y
la mala palabra la cual acolchonaba con la burla al adversario.
Como todo hombre que excede el poder del poder, abrazó el despotismo y soñó
con ser invencible. Pero, para su desgracia, olvidó que solo aquellos que aceptan el raciocinio sobreviven
al sueño y despiertan a la realidad. Otros, como él, insisten en su eternidad y
mueren soñando cuando sienten la explosión de la bomba que el reloj de la vida les
tiene preparada y ya los segundos del aliento no puedan contarse.
Nunca quiso conocer la verdad, esa verdad que nace de la búsqueda del
conocimiento y que tarde o temprano destruye los ortodoxos quienes creen que solo
la verdad en la que creen es la única. Torpemente, afirmó que su filosofía, denominada Socialismo del Siglo 21,
era el único camino para lograr la justicia social, olvidando que cualquier filosofía tiene efectos devastadores
si no acepta que el criticismo ha sido siempre la fuente avasalladora de la búsqueda
del conocimiento y abre los verdaderos caminos hacia la solidaridad de los
hombres.
Pobre, al igual que muchos otros, él desaparecerá con su conocimiento
estancado en el tiempo.
Como todo hombre, que haya sido público y buscado servir a una sociedad, su
testamento no tendrá letra alguna, lo cual es tal vez es lo que mas hubiese querido para hacer
valer su- ya no escondida - ambición de monarca ideológico. La codicia del
poder no le permitió ver lo valioso de los hombres por su integridad sino por la
lealtad y sumisión de ellos a sus designios. Por más de una década sus
servidores fueron los mismos y, aunque, al igual que el ajedrez, los enrocó sin
productividad alguna, jamás lo hizo en función de una estrategia.
Queriendo cubrirse de gloria, se cubrió de incompetencia.
Tal vez en este aciago de su vida
pueda él ahora darse cuenta que cada día
es más fantasía que realidad creer que el héroe político es aquel que, por su
carisma, verbo y circunstancial poder, pueda vender, y hasta tal vez comprar, las ideas para convencer a un pueblo que él es
la solución a sus problemas. A lo mejor al fin comprenda que la familia que día a día lucha por conseguir
un trabajo, llevarlo a cabo, generar un
ingreso decente y educar a sus hijos sin cesar de buscar las oportunidades para
progresar, lo hace todo para escalar hacia una mejor calidad de vida. Y todo lo
que pide es que pueda hacerlo y alcanzarlo en medio de una sociedad que le
brinde instituciones que le garanticen seguridad y libertad de pensamiento.
Quizás también pueda darse que es posible que todo eso por lo que una familia lucha
no lo pueda encasillar en una filosofía o una ideología, pero sin duda siempre preferirá
siempre hacerlo en libertad
El ocaso de la vida obliga a la mente a reflexionar el en el legado. A pensar
de que tal vez en su fantasía, él crea que deja soberanía, independencia e
igualdad, no será capaz de ver como la historia lo cuestionará como despilfarrador,
entreguista y discriminador ideológico. Tal vez algo positivo sería decir que
despertó la conciencia del humilde, pero despertar la conciencia del pobre sin
educarlo a que piense libremente es, al mismo tiempo, condenar esa supuesta conciencia
despierta a la esclavitud de un pensamiento obligado.
Sin duda, su vida tendrá una triste conclusión. No la que imaginaba. Mas lamentable
aún, es que la libertad no forme parte de los pasillos donde hoy descansa su adolorido
cuerpo.
En sus manos tuvo todo para convertir a Venezuela en un país nuevo,
pujante, progresista’ donde esperanzas y realidad confluyeran. Por desgracia,
dejará un país saqueado, dividido y coartado de libertades e instituciones. Venezuela
quedará doblemente pobre: Menos recursos e inspiración de lástima.
Hugo Chávez: Prefirió dividir en vez de unir .Pudo haber sido grande como él cree que fue, pero jamás lo fue. La historia así lo dirá,
¿Legado?
¿Cuál Legado?
No comments:
Post a Comment