Wednesday, February 13, 2013

EL OCASO DE QUIEN PUDO SER, Y NUNCA FUE



EL OCASO DE QUIEN PUDO SER, Y NUNCA FUE
Un inesperado viento ha enrumbado su barco hacia un destino que no avizoraba. El viento es tan fuerte que lo arrastra a él como si fuera una hoja despegada de un árbol en el otoño.
Hoy, su cuerpo se combina con su angustia. El dolor alcanza su voz y no puede evitar empezar a extrañar y resignarse a que los días pasados han expirado.
Ya el ocaso se congela en su nuca y su cabello es incapaz de crecer para tocarlo, sus pies ya no parecen rozar el suelo y su esperanza solo ambiciona que pueda respirar  el día siguiente
Antes, un uniforme militar lo vestía día a día. Luego, después de vencer y superar un intento por deponerlo, dijo que nunca más las charreteras  llevaría. Sin embargo, pronto volvería a lucirlas olvidando su promesa. Luego, continuó su cadena de juramentos que nunca cumpliría.
Su lengua se convirtió en un medio para la mentira y aparejó sus engaños con la ofensa y el desprecio a quien retara sus creencias. Empezó a elevar y dirigir sus brazos para señalar con menosprecio a quien se debía desposeer, enjuiciar o encarcelar. Luego,  cerró sus oídos para escuchar la justicia.   
La suerte fue la fiel compañera de su mandato. El dinero le llegó como regalo divino  y supo arbitrar cómo disponer de la riqueza sin control alguno. La opulencia le hizo creer que podía  abarcar el mundo y gozó en ese intento viendo como los  interesados se convertían en sus  aliados; como las voluntades perdían  sus dignidades y como los románticos e ingenuos cedían a sus engaños. Su gozo fue mayor cuando creyó comprobar que el pueblo disfrutaba su verbo incendiario, salpicado por el lenguaje ordinario y la mala palabra la cual acolchonaba con la burla al adversario.  
Como todo hombre que excede el poder del poder, abrazó el despotismo y soñó con ser invencible. Pero, para su desgracia, olvidó que solo  aquellos que aceptan el raciocinio sobreviven al sueño y despiertan a la realidad. Otros, como él, insisten en su eternidad y mueren soñando cuando sienten la explosión de la bomba que el reloj de la vida les tiene preparada y ya los segundos del aliento no puedan contarse.   
Nunca quiso conocer la verdad, esa verdad que nace de la búsqueda del conocimiento y que tarde o temprano destruye los ortodoxos quienes creen que solo la verdad en la que creen es la única. Torpemente, afirmó que su  filosofía, denominada Socialismo del Siglo 21, era el único camino para lograr la justicia social, olvidando que  cualquier filosofía tiene efectos devastadores si no acepta que el criticismo ha sido siempre la fuente avasalladora de la búsqueda del conocimiento y abre los verdaderos caminos hacia la solidaridad de los hombres.
Pobre, al igual que muchos otros, él desaparecerá con su conocimiento estancado en el tiempo.
Como todo hombre, que haya sido público y buscado servir a una sociedad, su testamento no tendrá letra alguna, lo cual es  tal vez es lo que mas hubiese querido para hacer valer su- ya no escondida - ambición de monarca ideológico. La codicia del poder no le permitió ver lo valioso de los hombres por su integridad sino por la lealtad y sumisión de ellos a sus designios. Por más de una década sus servidores fueron los mismos y, aunque, al  igual que el ajedrez, los enrocó sin productividad alguna, jamás lo hizo en función de una estrategia.
Queriendo cubrirse de gloria, se cubrió de incompetencia.
Tal vez en este  aciago de su vida pueda él ahora darse cuenta  que cada día es más fantasía que realidad creer que el héroe político es aquel que, por su carisma, verbo y circunstancial poder, pueda vender, y hasta tal vez comprar,  las ideas para convencer a un pueblo que él es la solución a sus problemas. A lo mejor al fin comprenda que  la familia que día a día lucha por conseguir un trabajo, llevarlo a cabo, generar  un ingreso decente y educar a sus hijos sin  cesar de buscar las oportunidades para progresar, lo hace todo para escalar hacia una mejor calidad de vida. Y todo lo que pide es que pueda hacerlo y alcanzarlo en medio de una sociedad que le brinde instituciones que le garanticen seguridad y libertad de pensamiento.
Quizás también pueda darse que es  posible que todo eso por lo que una familia lucha no lo pueda encasillar en una filosofía o una ideología, pero sin duda siempre preferirá siempre hacerlo en libertad
El ocaso de la vida obliga a la mente a reflexionar el en el legado. A pensar de que tal vez en su fantasía, él crea que deja soberanía, independencia e igualdad, no será capaz de ver como la historia lo cuestionará como despilfarrador, entreguista y discriminador ideológico. Tal vez algo positivo sería decir que despertó la conciencia del humilde, pero despertar la conciencia del pobre sin educarlo a que piense libremente es, al mismo tiempo, condenar esa supuesta conciencia despierta a la esclavitud de un pensamiento obligado.
Sin duda, su vida tendrá una triste conclusión. No la que imaginaba. Mas lamentable aún, es que la libertad no forme parte de los pasillos donde hoy descansa su adolorido cuerpo.
En sus manos tuvo todo para convertir a Venezuela en un país nuevo, pujante, progresista’ donde esperanzas y realidad confluyeran. Por desgracia, dejará un país saqueado, dividido y coartado de libertades e instituciones. Venezuela quedará doblemente pobre: Menos recursos e inspiración de  lástima.
Hugo Chávez: Prefirió dividir en vez de unir .Pudo haber sido grande como él cree que fue, pero jamás lo fue. La historia así  lo dirá, 

¿Legado? ¿Cuál Legado?

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